SOY TODO(A) TUYO(A), MARÍA
Soy todo(a) tuyo(a), oh dulcísima María.
Virgen María, Madre mía, me consagro a ti
y confío en tus manos toda mi existencia.
Te entrego mi pasado y mi presente
con todo lo que fue y lo que es, para que
tengas misericordia de mi.
Acepta mi futuro para que me auxilies.
Con esta total consagración te confío cuanto tengo y cuanto soy,
todo lo que he recibido de Dios.
Te confío mi inteligencia, mi voluntad, mi corazón.
Deposito en tus manos mi libertad, mis ansias y mis temores,
mis esperanzas y mis deseos, mis tristezas y mis alegrías.
Custodia mi vida y todos mis actos
para que le sea más fiel al Señor
y con tu ayuda alcance la salvación.
Te confío ¡Oh María! mi cuerpo y mis sentidos
para que se conserven puros y me ayuden
en el ejercicio de las virtudes.
Te confío mi alma
para que tú la preserves del mal.
Hazme partícipe de una santidad que imite a la tuya;
hazme conforme a Cristo, ideal de mi vida.
Te confío mi entusiasmo y el ardor de mi juventud,
para que tú me ayudes a no envejecer en la fe.
Te confío mi capacidad y deseos de amar;
enséñame y ayúdame a amar como tú has amado
y como Jesús quiere que se ame.
Te confío mis incertidumbres y angustias
para que en tu corazón yo encuentre seguridad,
sostén y luz en cada instante de mi vida.
Con esta consagración me comprometo a imitar tu vida.
Acepto las renuncias y sacrificios que esta elección comporta
y te prometo, con la gracia de Dios y con tu ayuda,
ser fiel al compromiso asumido.
¡Oh María!, soberana de mi vida y de mi conducta,
dispón de mí y de todo lo que me pertenece,
para que camine siempre junto al Señor bajo tu mirada de Madre.
¡Oh María! Soy todo(a) tuyo(a)
y todo lo que poseo te pertenece ahora y siempre. ¡Amén!
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