Proclamamos, cristianos del orbe,
el reinado de Cristo inmortal,
y en las horas de lucha reñida
despleguemos su enseña real.
Sea firme y constante el combate;
como Cristo sepamos morir.
«¡Cristo Rey!», sea el lema bendito
del soldado que va a sucumbir.
Tremolemos de Cristo la enseña
contra el negro estandarte del mal;
que la cruz sea el brazo potente
que domine a la serpiente infernal.
Y después de quebrar el vil yugo
de Satán, enemigo traidor:
¡Gloria al Rey soberano del mundo!
cantaremos con voces de amor.
¡Viva, pues, Cristo Rey, Redentor!
Cántico Cristero.
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